En la actualidad, la generación de energía con combustibles fósiles y su consumo desmedido forman parte del calentamiento global. Las predicciones de los expertos señalan que las emisiones de los gases de efecto invernadero seguirán aumentando en este siglo. En base a lo anterior, existen razones económicas y ambientales para fomentar el uso de fuentes alternas de energía. Se han propuesto una variedad de combustibles entre los que se incluyen gasolinas reformuladas, etanol, metanol e hidrógeno. De todas estas alternativas el hidrógeno ofrece el más grande potencial para disminuir la contaminación ambiental y los más grandes beneficios para complementar la demanda energética. Al igual que la electricidad, el hidrógeno es una fuente de energía versátil, ya que se puede producir de energías renovables. El hidrógeno puede transformarse electroquímicamente en una celda de combustible, cuyo único desecho es agua. El uso de celdas de combustible en un ciclo cerrado con el aprovechamiento de una energía renovable es la base del término denominado Economía del Hidrógeno.