Una nueva tékhne está subvirtiendo la dicotomía tradicional entre persona y cosa, fundamento epistemológico de clasificaciones, categorías y paradigmas distintivos del derecho occidental. Aparatos y dispositivos canalizan nuestras relaciones y actividades; nuevos "bienes" y objetos de consumo (commodities, experiencias, conocimiento, "contenidos", incluso derechos), intangibles y efímeros, circulan en formas totalmente desmaterializadas, bajo nuevas dinámicas de la producción y del mercado, que han alterado percepciones del "valor" y reglas del intercambio. Personas y cosas del derecho de ayer cambian de categoría, se cruzan y se reacomodan, en formas insólitas y variables, al interior de la dialéctica sujeto-objeto (de derechos). Máquinas "inteligentes" o "inteligencias" sin cuerpo; el mismo cuerpo humano (desde siempre situado en un umbral incierto entre materia e identidad); recursos vitales, próximos a agotarse; todo lo "viviente" y lo "sintiente", en constante redefinición, piden nuevos estatutos que tengan en cuenta posibilidades de desarme e hibridación, y reglas, que atiendan a exigencias de preservación y protección. En la emergencia planetaria, entran en crisis los antiguos dominios, propiedad y soberanía.
En la incertidumbre actual, ante la dificultad de interpretar y organizar fenómenos inéditos, que inciden en nuestras formas de vida, nuestro pensamiento, nuestras democracias, nuestra "viabilidad" como especie, resulta cada vez más necesario volver a las raíces, ocultas detrás de palabras y estructuras de nuestro "derecho de las cosas": en los pliegues de la historia, en la memoria de "otras" experiencias humanas, queremos buscar razones y alternativas para la vida, especialmente la vida en común; revisitar ideas e instituciones, midiendo la vigencia de los principios y la resistencia de nuestra dogmática jurídica, en particular, su capacidad de abarcar el futuro.